martes, 5 de diciembre de 2006

INTRODUCION

INTRODUCCIÓN

Antes de empezar, aclaramos que ni apoyamos ni atacamos al aborto. No tenemos una posición en contra del mismo, pero también nos parece ridículo que las discusiones frente al mismo se realicen como si se estuviera debatiendo un procedimiento anticonceptivo. El aborto no lo es. Es un procedimiento quirúrgico delicado, que pone en peligro la vida de la madre y que elimina la vida potencial del producto de la concepción. A nosotros no sorprende la necedad de quienes se enfrascan en la discusión de tan radical método sin pasar por la muy necesaria ponderación de los métodos anticonceptivos.
Primero habría que analizar quienes son las mujeres que abortan. A riesgo de ser esquemático, casi todos los embarazos no deseados que culminan en abortos se deben a dos clases de mujeres. En primer término, tenemos a las irresponsables, que quedaron embarazadas por haber tenido relaciones sexuales sin el cuidado adecuado o, peor aún las que excluyen del uso de métodos anticonceptivos seguros. Siguen, quizá, las que deben su embarazo a una relación sexual impuesta, como es el caso de una violación o de un abuso sexual. En esos dos casos es la mujer quien tiene que tomar la decisión de abortar o no. Sólo ella.
Por supuesto, que no se trata de que las mujeres, en un arrebato de irresponsabilidad recurran al aborto como forma de luchar contra los embarazos no deseados. Para eso están los métodos anticonceptivos, que deben ser promovidos.
El aborto sí es el fin de la vida del producto. Pero antes de recurrir a ideología lacrimógena para analizarlo, habría que preguntarse si vale más la pena dejar en el mundo un niño maltratado, abandonado o severamente limitado.

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